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El domingo hizo un día precioso. En la aplanada cima del Tagamanent se paró el tiempo un momento para que pudiera pararme a respirar. Me tumbé en el suelo entre la hierba, quería fotografiar las montañas nevadas (enfarinades) detrás de este enorme roble. Y un cielo azul que dolía de tan azul.
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3 comentarios:
Interesante foto. He visto en tu blog que sudaste mucho ¿no? Llegar a los sitios tan bonitos cuesta sudor y lágrimas. Si no fuera así, no serían tan bonitos.
Abrazos.
Compartes ese momento, Eva. Viendo esta foto, me pareció estar en ese lugar que describes y muestras con solo una imagen.
Besote.
Sí, cuesta, situacionista, bien lo sabes.
Lili, qué bien si te pareció ver este lugar, porque de verdad que era bien bonito.
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