Un cacho de Belgrado
>> jueves, 11 de octubre de 2007
Desde el Kalemegdan, una ciudadela que los turcos dejaron olvidada en Belgrado, uno se puede sentar en la muralla, pies colgando sobre el precipicio, y ver cómo dos ríos que nacen muy adentro de Europa, el Danubio y el Sava, se vuelven uno solo. Perfecta tarde de otoño. Dovi denja!
5 comentarios:
Qué paz! Llovía al fondo?
hummm... delicioso.
Impresionante.
Siento repetir la frase, pero... ¡qué paz!
No eva, no llovía. Es el cielo balcánico, siempre amenazante y predispuesto a hacer de la vida una obra de arte.
Es un sitio para descubrir, sin duda.
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